Jonathan Littell, Los relatos de Fata Morgana, traducción de Robert Juan-Cantavella, Barcelona, Galaxia Gutenberg (2020)
A veces reviso galeradas deliciosas y apunto cosas en un cuaderno. A veces pasa un tiempo hasta que encuentro los apuntes y luego pienso en redactarlos y luego me digo que tal vez no haga falta. Jonathan Littell es un constructor de estilo como pocos. La lectura se apoya en el estilo y tengo cada vez más ganas de leer Las benévolas.
Este libro recopila cuatro relatos suyos y mis apuntes decían:
"A este relato no hay nada más que añadirle. No tengo muy claro de dónde viene ni sé qué quiere decir, tampoco a quién podría estar destinado; de momento, significa que ya he terminado; solo me queda enviárselo a alguien que a su vez se lo enviará a otro, más lejos, sin esperanza de un retorno, de una contraclave que pondría fin a mi desposesión. Como mucho, me hubiese gustado que tuviese el sabor de un sorbete de lima, fresco, ligero, acidulado, tomado al sol en una gran piscina, en el agua clara en que sumergen sus cuerpos los bañistas como se sumerge uno en la aspereza de la vida, sin una mirada atrás."
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