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Bellísimo libro de artículos de la escritora australiana Helen Garner que nos habla de cosas diversas tales como recuerdos de familia, experiencias de mujer o experiencias de escritor, quizá mis preferidos. Ella avanza con un tono inocente, se acerca a las cosas con esa mirada de niño, curiosa, sin expectativas ni juicios, y repleta de honestidad.
"Los escritores, según mi experiencia, no son extrovertidos. Suelen ser lo que Joan Didion llama 'nerviosos reorganizadores solitarios'. Su trabajo es solitario por naturaleza y, cuando no están en el taller con el culo pegado al asiento y la puerta cerrada, andan deambulando por las calles mirando a la gente, escuchando sus conversaciones, extrayendo incidentes y significados de cuanto ocurre alrededor. Los escritores no aconstumbran a salir juntos. De hecho, se repelen. ¿Cómo vas a sentarlos en la misma habitación? Comprenden instintivamente el horrible distanciamiento de cada uno y, movidos por los pocos modales que puedan quedarles, se esfuerzan en no fulminarse con la mirada. Por tanto, cuando están juntos, sus conversaciones tienden a la cháchara trivial. Hablan de contratos, dinero, agentes, cifras de ventas. Pero ¿qué esperabas? [...] Los escritores, por su parte, no tienen por qué recibir gratificaciones instantáneas. Si las quisieran se habrían dedicado a otra clase de trabajo: cantar, actuar, contar chistes. El peligro de los festivales literarios, para los escritores, consiste en que 'uno' puede hacerse una idea exagerada de su importancia. [...] Lo peor de todo es que 'uno' olvida cómo estar solo, que es la condición sine qua non de la vida del escritor. Parecería que estoy defendiendo que hay que mantener separados a los escritores y a los lectores. No es lo que pretendía, pero quizá no sea mala idea." ("Canta por la cena")
"A estas alturas detecto un tono de falsedad en lo que digo. Me refiero a esas ideas que no son exactamente mentiras pero tampoco del todo verdad que un escritor puede colar al referirse a su trabajo. Estoy empezando a hablar como si cuando escribí el libro supiera lo que estaba haciendo. En retrospectiva, comienzas a reclamar el mérito de cosas que, en el momento de escribirlas, fueron ataques a la desesperada, bandazos a ciegas o saltos al vacío." ("Sueños, la Biblia y Cosmo Cosmolino")
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