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lunes, 17 de octubre de 2016

Miguel Ángel Carmona del Barco: autoayuda, violencia y humor

Miguel Ángel Carmona del Barco, Manual de autoayuda, Madrid, Salto de Página (2016)
http://www.saltodepagina.com/libro/manual_de_autoayuda-116/

No sabemos si Miguel Ángel Carmona del Barco escribe drogado. No sabemos si antes de hacerlo se somete a la tortura de aburrirse sobremanera y mirar telediarios para después vengarse de todo, y con ganas. No lo sabemos, y si uso el plural mayestático es por algo.

Manual de autoayuda es un libro de relatos en los que predominan las voces afiebradas de unos cuantos monólogos psicópatas (generalmente). A cual más raruno, de prosa violenta, veloz, esquizofrénica y repleta de sentido del humor. Un humor un poco incómodo, tenemos que decir: humor negro, humor violento, humor que ríe de los prejuicios exponiéndolos, cosa que supongo que molestará a los lectores ingenuos. Un libro leído por una parte con asombro, con ganas de seguir adentrándome en ese oscuro y delirante mundo; por otra parte con esperanza de que aquello que a veces parece forzado será mejor en el próximo libro. Pero a todas mis partes nos gustó ese aire a realismo delirante de Laiseca, ese juego paródico del lenguaje estereotipado de los géneros populares (series de televisión, telenovelas, cómics, etc.), a menudo poca relación causa-efecto, mirada desde dentro del personaje, es decir, mirada sesgada, escenas descabelladas o absurdas, aunque diré que nunca pierde el hilo y hasta se atreve con la denuncia social (aunque parezca imposible señalar la injusticia en semejante contexto, pero lo hace y eso lo celebramos aquí con sonados aplausos).  

Abundan las drogas, la violencia física, las enfermedades terminales, los trasplantes de órganos, los trastornos psicológicos. 

Permítanme un fragmento de "Pasajero":


"Casi todos los que estábamos dentro ahora estamos fuera. Mi oreja está en algún lugar de la estación, junto a la pierna de la peruana que se sentaba a mi lado y, probablemente, también junto a algún que otro brazo o hígado rumano y moro. Estoy intentando reunir las fuerzas suficientes para levantarme y pasear por entre mis compañeros de futuro. Lo consigo trastabillando. Una mano me agarra el tobillo y tiro instintivamente para librarme, pero no me resulta fácil. Pido por favor que al final del brazo haya un cuerpo y, unido a ese cuerpo, una cabeza. Es la peruana. Está blanca y tranquila, tumbada como si hubiera echado a morir. Me agacho. Me acaricia la cara con una mano extrañamente cálida aunque, en realidad, es mi sangre que mana de alguna brecha la que extiende por mi mejilla.
—Amor mío —me dice.
Yo le cojo la mano y se la aprieto.
—¿Eres tú? —me pregunta.
Asiento mientras abarco nuestras manos con la que me queda libre.
—¿Viste cómo lo conseguí? Decías que no, que yo no valía para esto ni para nada. ¿Viste cómo te equivocabas?
—Lo sé; me equivoqué —le contesto. En ese momento yo soy quien ella quiera y ella es quien es. Cualquier combinación, por absurda que parezca, es más deseable y completa que mi vida real—. Pero lo conseguiste, ¿eh?
Ella sonríe y sangra por la boca. El trozo de pierna que aún se mantiene en su lugar convulsiona y ella respira entrecortado. Yo le aprieto tanto la mano que escucho crujir sus huesos.
—No me dejes —le pido.
—Te estaré esperando, mi amor —me dice mientras cierra sus ojos castaños.
Me tumbo junto a ella y miro el techo de la estación. Escucho los gritos, las sirenas y un gran estruendo de teléfonos móviles, como pájaros en bandada. Sueño con levantar el vuelo y marcharme con ellos. Es extraño y contradictorio. Ahora morir es secundario. Me siento vivo y es todo cuanto tengo. En la explosión perdí mi cepillo de dientes."
Y aquí una explicación de "Hilvanes" por el autor, el más realista de los cuentos:
Manual de Autoayuda (Salto de Pagina, 2016) - Miguel Ángel Carmona del Barco: Hilvanes from andrés martín on Vimeo.