http://impedimenta.es/libros.php/oso
Háganse un regalo: lean esta entretenidísma novela erótica de Marian Engel. Aunque no solo erotismo destilan sus páginas. La cosa empieza así: una bibliotecaria un tanto aburrida de su vida tiene la suerte de que le encarguen catalogar la biblioteca de la casa de un coronel que vivió allá por el siglo XIX en una isla de Ontario, adonde nuestra protagonista, Lou, se trasladará todo el verano. Pero la soledad y las inclemencias de un clima norteño no son sus únicos compañeros: allí vive un oso, pero es un oso bastante bueno. Una mascota de la casa, casi un perro. El asunto comienza a ponerse algo perverso hacia la mitad del libro, pero para cuando llegamos a esto, la cosa está bien caldeada.
Marian Engel va insertando la semántica de lo natural, lo salvaje, lo absolutamente libre a medida que avanza ("Tras cruzar un Rubicón en la divisoria de aguas empezó a sentirse libre"; "Pensó en un conocido suyo que afirmaba que hoy en día era imposible encontrar una mujer que oliese a sí misma"; "Homer [el barquero] se dirigía a su hijo con silbidos y cloqueos, como haría con un animal"; "Lou volvió a despertarse temblando y alzó la nariz como un animal").
La escritura, además de escueta y cargada de una elegante ironía, se entrelaza con elementos del todo inquietantes: los libros de aquella biblioteca muy propia de un inglés del siglo XIX, sueltan pequeñas notas relacionadas con los osos. Una mañana se encuentra con una anciana india que está cantando junto a la caseta donde vive la bestia. Ella le dice que se llevarán muy bien y le brillan los ojos. Para entonces ya estamos preparaditos para lo que vendrá a continuación.
"A continuación el oso empezó a lamerle la espalda mojada con su lengua larga y estriada. Fue una sensación curiosa."Todo se desarrolla la mar de bien y nos divertimos con la picardía, con la osadía.
Oso, además de novela transgresora y desinhibida y al tiempo delicada, no solo expone los quejidos de las mujeres rebeldes ni se hastía con aquel papel femenino secundario y servicial: ¡ya está bien de parodias de la novela romántica! Marian Engel se atreve a ir más allá. Se atreve a contarnos que toda mujer libre tiene la obligación de pensar más allá.
"Porque lo que le disgustaba de los hombres no era su erotismo, sino que dieran por supuesto que las mujeres no lo tenían."