rumiar la biblioteca: Gemma Rovira
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lunes, 17 de junio de 2013

Embassytown o la filosofía del lenguaje

China Miéville, Embassytown, traducción de Gemma Rovira, Barcelona, Fantascy (2013)
http://www.megustaleer.com/ficha/FT31006/embassytown

¡Qué sorpresa! Nuevo sello comercial ciencia ficción (género que apenas frecuenta mis baldas) y encontrarme con simpática lectura veraniega donde se aúna lo liviano y lo filosófico a poco que se deshojen sus diversas capas de lectura, o de interpretación, donde el lenguaje deviene protagonista y a la vez conflicto. 


En Embassytown habitan seres que no conciben el lenguaje simbólico, ni metafórico, ni sobreentendido, ni pragmático, ni falso. Solo se sirven del lenguaje como herramienta referencial. 

"Antes de que llegaran los humanos no hablábamos mucho de ciertas cosas. Nos cultivaron en el Idioma. Después de la historia hicimos la urbe y máquinas y les pusimos nombres. No hablábamos tanto de ciertas cosas. El Idioma nos hablaba. Las palabras que querían ser urbe y máquinas nos hacían hablarlas para poder ser.
Cuando llegaron los humanos, no tenían nombres, e inventamos palabras nuevas para que tuvieran un sitio en el mundo. [...] No hablábamos, éramos mudos, solo sacábamos por la boca las piedras que mencionábamos."

Y recordé a Orlando hablando con los gitanos: "Los gitanos nos tiene palabra para 'bello'. Esto es lo más aproximado" (Virginia Woolf); y al Entenado con los caníbales: "En ese idioma, no hay ninguna palabra que equivalga a ser o estar. La más cercana significa parecer. Como tampoco tienen artículos, si quieren decir que hay un árbol, o que un árbol es un árbol dicen parece árbol. [...] Para los indios todo parece y nada es. Y el parecer de las cosas se sitúa, sobre todo, en el campo de la inexistencia" (Juan José Saer); y también al borgiano idioma de Tlön: "Por ejemplo, no hay palabra que corresponda a la palabra luna, pero hay un verbo que sería en español lunacer o lunar. [...] En el hemisferio boreal [...] no se dice 'luna': se dice 'aéreo-claro sobre oscuro-redondo' o 'anaranjado-tenue-del cielo".

A veces un libro nos recuerda a otros libros, y me regodeo en el ejercicio de revivirlos a medida que avanzo en esta nueva lectura, huella de la anterior, metáfora de lo ya leído. 

Como si Embassytown fuese en sí mismo un significante unido a su correspondiente significado, pero al que, al mismo tiempo, puedo aplicar todas aquellas funciones de nuestro lenguaje que los Ariekei desconocen.  

Y de lo que no se puede hablar, mejor callar.