http://www.sextopiso.es/143-gotico-carpintero/
Me preguntaba cómo se resolvería el efecto Gaddis en casi trescientas páginas, si provocaría la misma adictiva sensación de lector voyeur que me produjeron las otras dos enormísimas y monstruosas novelas, aquello de "me he inmiscuido como un espía o como un fantasma más bien (pues nadie me ve) en esta escena y la gente habla y tengo que enterarme de lo que hablan". Pero la firma Gaddis es inequívocamente Gaddis también en Gótico carpintero y me sorprende constatar que la fascinación de leer a Gaddis no era producto de la enormidad, la acumulación, la conciencia de la tremendísima gesta, sino que aquel efecto viene provocado por su poética, y su exuberante poética pervive incluso en las distancias cortas. Desconozco si la extensión de esta novela responde a que está sin terminar o a una voluntad de ajustarse un poco (o no desbordar). Pero su estilo sigue siendo exuberante y erótico; valga de ejemplo este párrafo que caracterizaremos como la más digna y sugestiva manera de llevar la sensualidad hacia el lenguaje:
"Repasó calma hasta volverla cuneiforme, se humedeció la yema del dedo y empezó a pasar páginas hasta la C, encontró curiosidad, pasó por cuquería, curandero, siguió por cuña y se detuvo abruptamente en cunnilingus. Lo estaba leyendo con lentitud, se humedeció otra vez el dedo, del Lat. lingere, ver LAMER, cuando el teléfono volvió a sonar."
Gótico carpintero es una gótica novela negra, un policial de intriga política, si queremos, pues trata de cómo se estaban repartiendo África y de cómo la religión, una vez más, funciona como tapadera y como arma psicológica. Hay una casa y dentro de esa casa está Liz, todo el tiempo Liz y un montón de llamadas de teléfono, y los demás personajes entran y salen, hablan todo el tiempo, la visitan y se marchan.
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