Pedro Lemebel, Tengo miedo torero, Barcelona, Anagrama (2001)
La fiesta del lenguaje y del barroco, de la exuberancia y del derroche de los pobres; la perfección y la eufonía poética en la frase, la utilización de coloquialismos en esa construcción: porque es poético y melodioso como un bolero, porque la Loca del Frente, el protagonista, es un travesti enamorado.
"Todo el barrio sabía que el nuevo vecino era así, una novia de la cuadra demasiado encantada con esa ruinosa construcción. Un maripozuelo de cejas fruncidas que llegó preguntando si se arrendaba ese escombro terremoteado de la esquina. Esa bambalina sujeta únicamente por el arribismo urbano de tiempos mejores. Tantos años cerrada, tan llena de ratones, ánimas y murciélagos que la loca desalojó implacable, plumero en mano, escoba en mano rajando las telarañas con su energía de marica falsete entonando a Lucho Gatica, tosiendo el 'Bésame mucho' en las nubes de polvo y cachureos que arrumbaba en la cuneta."
Tengo miedo torero trata sobre el atentado que sufrió Pinochet en 1986. Construida a dos voces que se alternan: la historia del travesti enamorado de un universitario revolucionario y la frívola cantilena de la mujer del Dictador, a quien solo le importa la moda como buena cabeza hueca.
Sorprendida he quedado con la exposición y hasta casi exhibición de todos los tópicos del sexo femenino, pero tal vez no pueda hacerse de otra forma cuando el que narra quiere ser mujer: quiere ser esa imagen de mujer del cine y no otra cosa. La imagen delineada por la imaginería del varón. No existe otra construcción de mujer en la que reflejarse, y el travesti responde a su instinto de varón cuando se calza el lugar común.
"Cómo era capaz de dejarla así, sintiéndose tan efímera como una gota de agua en la palma de su mano. Y Carlos lo sabe, es más, le gusta que sea así. Se siente acunado en esta casa, se deja querer. Nada más, eso es todo. El resto eran sus propias películas, su chifladura de maricón enamorado."
Lemebel me ha impresionado y seducido por su estilo colorido y bolero, por los aires tropicales, como si Lemebel hubiera sido el calor del sur, el cocotero chileno.
Aquí dejo un vídeo:
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